Había una vez una chica llamada Weld que vivía en su mundo de ilusión.
Un día esa chica conoció a alguien llamado Laly que automáticamente se convirtió en una persona especial.
Weld se interesó tanto por Laly que cuando Laly no la miraba Weld se ponía triste y ese día no quería salir de su casita.
Había una competición de saltos, dónde Weld quería participar. Laly la animaba a que hiciese el mejor salto y pudiese ganar, porque Weld tenía la autoestima muy baja.
A pesar de todo Weld se seguia infravalorando, pero se alimentaba de su pequeña ilusión, que ahora giraba en torno a Laly.
Un día apareció un hada madrina, qe se hizo amiga de Weld, y la ayudó tanto que poco a poco empezó Weld a quererse más y más, haciendo girar su ilusión sobre sí misma.
Esta magia empezó a tocar el cielo y la tierra, y todo se volvió de color, sobretodo para los ojos de Weld.
Laly le dijo a Weld que probablemente sería jefa de esa competición de saltos, por lo que no podían seguir tratándose como lo estaban haciendo. Como Weld ya se quería y estaba feliz, le dijo a Laly que la entendía, que no pasaba nada, y que fuera feliz.
Laly sonrió sin entender la actitud de Weld, ya que no estaba acostumbrada a esa nueva imagen, tan poderosa ante sus ojos...
Iban pasando los días y Weld hizo lo que Laly le había pedido: se fue alejando y alejando... y Laly cada vez la echaba más de menos.
El día de la Competición de saltos, Weld llegó y no vió a Laly por ninguna parte, entonces se puso a entrenar como nunca lo había echo... iba a demostrar que era la mejor saltando... en ese momento llegó Laly, que la cogió de la mano y le dijo su decisión: había abandonado de su puesto de jefa porque se había dado cuenta de que no podía estar sin ella.
En ese momento el silbato sonó, era Cloud, la nueca jefa, que decía a Weld que era su turno. Weld saltó y saltó... demostrando ser la mejor. Ganó un gran puesto, uno de los mejores y solo sabía sonreir.
Laly la esperaba, orgullosa de ella y con los brazos abiertos. Weld la miró, le sonrió y se abrazaron.
Weld cogió su medalla y con ella gritó que era feliz.
El hada mágica, desde una esquina, guiñó un ojo y siguió su camino.
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Ojala que tu cuento se haga realidad!
ResponderEliminarLa magia esta dentro de ti...las hadas son...tu corazon! Un dia te contare el cuento de la felicidad...recuerda siempre el camino, por si tienes que volver...o enseñarselo a otras personas...incluso las que un dia te ayudaron a encontrarlo a veces se tambien se pierden...besos
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